Razas que intervinieron en su formación
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El Dogo Argentino
EL DOGO ARGENTINO
Por
el Dr. Antonio Nores Martínez (Criador y propulsor
de esta raza)
(Especial para "DIANA")
Tipo del viejo perro de lucha cordobés (Base del DOGO ARGENTINO):
BREVE RESEÑA HISTORICA
Las peleas de perros de presa, tanto como las riñas de gallos, han constituido en Córdoba una tradición, cuyo origen ha de buscarse sin duda en la época de la Colonia. Y este espectáculo fuerte, por no decir salvaje, ensambla sus raíces en el más puro origen ibero. Sin embargo donde adquirieron importancia como deporte esta clase de espectáculos fue en Inglaterra desde el siglo XIII en adelante, donde al decir de Rowland John en su obra Ourfriend the Bulldog", se efectuaban combates a muerte, no sólo entre perros, sino también contra toros -los famosos "Bull-baiting"-, y hasta se llegó a ver bajar a la arena a hombres aguerridos que peleaban contra uno o más perros. El famoso cuadro de Goya titulado "Echan perros a los toros", que existe en el Museo del Prado de Madrid, prueba que en España, hace siglos que se practicó ese deporte viril y rudo.
En nuestra ciudad de Córdoba, aunque no se llegó a constituir entidades semi-oficializadas, como los conocidos "reñidores", donde a pesar de las leyes prohibitivas, concurrían presidentes, gobernadores, ministros y altos magistrados, había sin embargo un grupo selecto de cultores de la lucha de perros, algunos de cuyos nombres me vienen a la memoria entre otros Oscar Martínez, Don Pepe Peña, en Barón Funes, el Dr. José Ignacio Bas, el Dr. Enrique Martínez, el Dr. Enrique Otero Caballero, Dr. Narciso Nores, Don Rogelio Martínez etc. Usaban para el combate un perro obtenido por el cruzamiento del Bull-dog inglés con el Bull-Terrier, eligiendo aquellos que salían blancos puros y sin prognatismos, es decir, en los que predominaba el Bull-terrier. Estos animales unían a la fiereza y valor del Bull-dog la agilidad y la musculatura del Bull-terrier, con la ventaja de que no se asfixiaban al hacer presa por tener una mandíbula más larga y bien coincidentes las arcadas dentarias, dando por el cruzamiento ejemplares de mayor talla y peso que los de las razas originarias, llegando a pesar los ejemplares adultos más de 30 kilos.
A veces cruzaban nuevamente con el Bull-terrier y otros lo hicieron con el Boxer o con el Dogo de Burdeos, según el criterio de cada aficionado. Se llegó a obtener un perro bastante standarizado, de color blanco, ojos y nariz negros, cráneo pesado, con un hocico del largo de la cabeza, ojos hundidos y encapotados, labios tirantes; es decir, una cabeza tipo aleonada, tórax amplio y profundo, cuerpo corto y de una musculatura escultural por el esmero en la recría y entrenamiento, cola gruesa y larga que afeaba algo la armonía del conjunto, pero por su origen y selección, de excepcionales cualidades para la lucha.
Entre
los ejemplares que más nombradía adquirieron por su extraordinario
valor y agilidad para el combate, recuerdo, entre otros, a Chino, Johnson
y Ton, de Oscar Martínez, verdaderos gladiadores caninos que terminaron
su campaña sin haber perdido una sola pelea; el Roy de los Deheza,
el Caradura de don Rogelio Martínez, el Italiano de don Pepe Peña,
el Taitú de los Villafañe, el Centauro del Mayor Baldasarre,
de cuyo valor legendario dieron pruebas fehacientes en numerosos combates
que presenciamos emocionados cuando niños y cuyo recuerdo y admiración
la pátina del tiempo no ha podido borrar de nuestra memoria. El
ejercicio violento, y a la vez metódico a que sometían a
esos ejemplares, les daba un estado atlético excepcional y un estado
físico casi perfecto para el combate.
Partiendo de esta base, me propuse, hace unos 25 años, fijar una
raza que, conservando estas condiciones de valor, tenacidad y aclimatación,
fueran de utilidad general para presa, guarda y destrucción de
animales salvajes, es decir, un fiel compañero de nuestro hogar
en la ciudad y en la campaña, así como en nuestras aficiones
a la caza mayor.
Para
obtener una mayor talla sin perder el valor y darle al mismo tiempo un
instinto campero, hube de hacer una serie de cruzamientos valiéndome
de padrillos y madres elegidos entre los de sangre pura, Bull-dog, Gran
Danés, Mastín de los Pirineos, Bull-terrier y Boxer, conservando
siempre como base y guía los viejos perros de combate cordobeses
a los que tantas veces vi realizar proezas de coraje en la lucha, en la
que eran excelentes por el atavismo de tantas generaciones de peleadores.
Seleccionando de generación en generación y haciendo varias
familias de los ejemplares que, a mi juicio, reunían las condiciones
somáticas y psíquicas que buscaba fijar, y eliminando toda
unidad que no respondiera satisfactoriamente en una pelea de fondo, hemos
llegado a fijar definitivamente, en virtud de leyes biogenéticas,
una nueva raza que llamamos DOGO ARGENTINO, en homenaje a nuestra Patria
y que defino como:"El más perro de todos los de presa y el
de más presa entre todos los perros de todas las razas".
Esta afirmación, que parecería exagerada y propia del entusiasmo del criador, está respaldada en cientos de hechos, que no es mi intención relatar, pero que a medida que los aficionados del país conozcan la nueva raza, me irán dando la razón
NOCIONES DE BIOGENÉTICA CANINA TENIDAS EN CUENTA PARA LA FORMACIÓN DEL DOGO ARGENTINO
En el perro, como en todos los seres de la creación, el hábito o constitución morfo-ponderal responde a la adaptación del organismo al medio; y esta constitución es fijada por la herencia a través de las generaciones, y del tipo o constitución morfológica se pueden deducir las cualidades de la raza. Así, por ejemplo: si de la vista de un galgo, por la longitud de su cuerpo y de sus miembros deducimos su fortaleza, es porque aceptamos una correlación directa entre una morfología y una actitud determinada, correlación que no es más que la resultante de la ley biológica general de que la función hace al órgano. Entonces ¿qué morfología debe tener un perro de presa? Empecemos por el cráneo: la solidez ósea es una necesidad que no precisamos recalcar. ¿Qué proporciones debe guardar el esqueleto craneal y el de la cara? Aquí nos extenderemos un poco. Ante todo recordemos que, de acuerdo al perfil, los cráneos caninos se dividen en: rectilíneos, convexilíneos y sinuosos. Estos últimos se dividen, a su vez, en convexos, cóncavos y recto-cóncavos. En el DOGO ARGENTINO el perfil del cráneo es convexo, mientras que el del hocico es cóncavo hacia arriba, como en el del lobo, puma y otros carniceros. En cuanto a la relación de longitud entre cráneo y cara, creo que el ideal para el perro de presa es aquel que tiene igual longitud entre estas dos mitades que constituyen el macizo óseo-cráneo-facial. Es decir, que la línea que pase por las dos apófisis orbitarias externas del frontal, esté a igual distancia del occipucio y del borde alveolar del maxilar superior.
Guardando estas proporciones las mandíbulas no tienen prognatismos
y pueden hacer presa con facilidad, es decir que, "no se llenan la
boca de presa" como ocurre con el Bull-dog y todos los perros ñatos
que se ven obligados a largar por asfixia. Siendo necesario recordar aquí
que el perro de presa, aunque tenga una nariz suficiente, cuando está
fatigado debe respirar por la comisura labial posterior para subvenir
a las necesidades de oxígeno que les demanda el esfuerzo, y siendo
la mandíbula corta, toda la boca está ocupada por la presa,
teniendo el animal que largar, entonces, asfixiado.
Además, como el perro no transpira, durante el trabajo muscular
necesita combatir la hipertemia producida por el consumo exagerado del
glucógeno muscular en el esfuerzo y regular su temperatura orgánica
dentro de los límites compatibles con la vida, regulación
que realiza eliminando por la respiración gran cantidad de vapor
de agua (polisnea reguladora). Por esta razón se los ve durante
la fatiga eliminar gran cantidad de agua por las fauces y que los profanos
confunden con saliva, pero no es más que la condensación
del vapor de agua eliminado por el pulmón.
Si el perro no puede realizar durante el acto de presa esta respiración supletoria por las comisuras labiales, sea porque tiene una mandíbula muy corta o bien porque los labios péndulos le hacen de válvula en la inspiración, llegará un momento en que el animal debe largar o morir. Para explicar estos hechos voy a describir las siguientes experiencias fisiológicas clásicas:
Si nosotros colocamos un perro en una jaula de piso móvil e imprimimos al mismo un movimiento moderado, el animal empezará a trotar con un ritmo adecuado a la velocidad del piso de la jaula, abrirá su boca y empezará a respirar con mayor frecuencia, haciendo un movimiento rítmico de la lengua, es decir, realiza una polisnea compensadora para aumentar el suministro de oxígeno que le exigen las combustiones musculares del esfuerzo, y al mismo tiempo para eliminar gran cantidad de vapor de agua como medio de refrigeración orgánica, pues como las combustiones orgánicas son exotérmicas, elevarían enormemente la temperatura del animal a límites incompatibles con la vida, porque producirían la coagulación de las albúminas y la muerte de los protoplasmas celulares. Al eliminar el vapor de agua por la respiración, ejecuta un acto de regulación térmica, es decir, que el perro transpira por las fauces.
Ahora
bien, si a otro perro lo colocamos en la misma jaula, con la boca atada,
sin que pueda hacer la respiración supletoria, el animal empezará
a trotar como el anterior, pero al poco rato empezará a flaquear
en su esfuerzo y caerá para morir si no lo socorremos oportunamente.
Si examinamos este segundo perro, veremos que presenta una hipertermia
acentuada (tiene fiebre), un gran aumento de la tensión en el primer
momento y una caída tensional brusca al final (colapso periférico),
los ojos inyectados en sangre, la boca con las mucosas acoratadas, un
ritmo respiratorio entrecortado y una atonía muscular completa;
a veces puede haber contracturas musculares clónicas, predominando
en la faz final siempre la relajación muscular. El pulso filiforme
e imperceptible, en una palabra, el cuadro típico del shock de
causa hemotermodinámica; es decir, que el perro cae, o larga o
muere por una anoxia tisular, por una asfixia general de los tejidos por
no haber podido hacer frente a la demanda de oxígeno que le exigían
las combustiones musculares del esfuerzo y la eliminación del vapor
de agua necesaria para mantener su temperatura corporal en los límites
compatibles de la vida, y como consecuencia aparecen en el torrente sanguíneo
los productos de oxidaciones incompletas (factor tóxico), que sería
para unos la histamina y para otros productos análogos que, al
actuar sobre los centros vasomotores de la médula y bulbos, determinan
la atonía capilar periférica, con la caída en shock
del animal.
Esta y no otra es la razón por la que el perro necesita respirar
por la boca durante la fatiga y por lo que insisto en la necesidad de
una boca suficiente en el DOGO ARGENTINO.
Tampoco debe ser la mandíbula superior más larga que el cráneo, por su pérdida de potencia, pues la mandíbula inferior al cerrarse, actúa como una palanca de tercer género, cuyo punto de apoyo está en la articulación cóndilo-temporal, la potencia en el ángulo de la mandíbula, donde se insertan los músculos masticadores (temporal, masetero etc.) y el borde dentario viene a ser el lugar de resistencia; de manera que mientras más cerca esté la potencia de la resistencia, más fuerte es la palanca, y si se alarga esta distancia será más débil, como pasa, por ejemplo, en las distintas variedades de galgos.
Por
esta razón he fijado en el cráneo del DOGO ARGENTINO esta
proporción de igualdad de longitud entre el macizo óseo
craneal y el de la cara.
En los cráneos caninos se observa que los perros rastreadores demuestran
un predominio del desarrollo del maxilar superior, pero no a expensas
del tejido óseo compacto, sino debido a una mayor capacidad de
las fosas nasales y cavidades sinusales anexas; es decir, que tienen un
cráneo "tipo olfativo" , y en cambio, en los perros de
presa hay un predominio del desarrollo del maxilar inferior, como pasa
en el Mastif, Boxer, Bull-dog etc, en donde hay una atrofia del sentido
del olfato y del desarrollo maxilar superior, es decir, un cráneo
"tipo masticador"
Este fenómeno está dentro del conocido principio de biología
general, enunciado hace más de un siglo por Jofroi de Saint Hilaire
como "Ley de las compensaciones", y posteriormente por Viola
como "Ley del Antagonismo Morfo-Ponderal", que dice: "Cuando
un órgano determinado adquiere un gran desarrollo, sufre una involución
otro órgano con él relacionado".
Teniendo en cuenta este detalle de la morfología cráneo-facial de las distintas razas, he procurado que en el DOGO ARGENTINO armonizasen los dos tipos extremos de "olfatorio" y "masticador", para obtener una raza de utilidad general.
Es frecuente leer en los standard de razas caninas referencias a cráneos
dolicocéfalos y braquicéfalos. Estos términos pueden
aceptarse solamente por la fuerza de la costumbre hecha ley por el uso,
pero constituyen una impropiedad anatómica, porque todo cráneo
canino es dolicocéfalo, es decir, que predomina siempre la longitud
sobre el ancho. Lo que ocurre es que cuando el cráneo está
cubierto de sus partes blandas, según el desarrollo de los músculos
masticadores, es más ancho o más largo, y se confunde longitud
craneal con la longitud del macizo óseo cráneo facial.
Hemos tomado como base de comparación la morfología cráneo-facial
del Bull-dog , por considerarla la raza madre de todas las de presa. En
cuanto a la raza Bull-Terrir, el perro liviano de combate, tiene en su
constitución ósea cráneo-facial, el inconveniente
de tener la longitud del macizo óseo facial mayor que la longitud
del cráneo, como consecuencia una menor potencia en el maxilar
inferior aunque tenga un gran desarrollo de los músculos masticadores.
Estas observaciones sobre el desarrollo de las diferentes partes del cráneo
canino, son válidas únicamente cuando se acompañan
de un sistema muscular bien potente, es decir que, a igualdad de potencia
muscular hay mayor eficacia en el que tenga el maxilar en las proporciones
de igualdad de longitudes de las dos mitades que constituyen el macizo
óseo cráneo facial.
EL CUERPO CANINO
En general se distinguen perros en que predomina la longitud, llamados longilíneos o dólico-morfos, o aquellos brevilíneos o braqui-morfos, y por último los que mantienen la armonía en sus proporciones o meso-morfos o normo-tipos.
Según la talla pueden ser micro-tálicos o de talla pequeña, meso-tálicos o de talla mediana y macro-tálicos o de talla grande.
Por mi parte, convencido de que el perro de presa, como el atleta, debe guardar un canon que, desde el punto de vista morfológico es armonía en la proporción, y desde el punto de vista funcional es euritmia, o sea, normal correlación orgánica, que se traduce por una mayor capacidad de fuerza, he tratado de que el DOGO ARGENTINO sea un meso-formo o normo-tipo y un macro-tálico, dando preferencia a los de mayor talla, es decir, un perro pesado entre los de las razas de presa, de manera que a los perros livianos de combate los gana con el peso, y a los perros de mayor tamaño los gana con la calidad, porque el bio-tipo individual se puede representar con dos círculos concéntricos, el círculo interno o geno-tipo que es el dado por la herencia y el para-tipo o círculo externo, que es el dado por la educación y el medio ambiente, que el la raza DOGO ARGENTINO el geno-tipo es de presa; basta recordar las razas en que ensamblan sus raices: Bull-dog, Bull-terrier, Gran Danés, Boxer, Mastif etc., y el para-tipo es también el resultado o síntesis de muchas generaciones educadas para el combate y la lucha, cumpliéndose así la fórmula enunciada por el Doctor Agustín Nores Martínez en su artículo "Herencia ancestral y Gimnasia Funcional en el Perro", revista DIANA, noviembre de 1944, como base para el mejoramiento de razas caninas, fórmula que se expresa (P+M)xE, es decir, padre más madre por educación o gimnasia funcional. Fórmula que es válida para todas las especies, porque es una ley de genética cuyo resultado es: Herencia más Educación.
CONCLUSIÓN
Con este breve esbozo de nuestra labor a través de veinticinco
años de empeñoso intento, el lector se habrá formado
una idea aproximada de lo que hemos procurado y hemos obtenido con el
"Dogo Argentino", en cuya formación nos guiamos por las
enseñanzas de la ciencia médica, a la que hemos dedicado
nuestra vida y el entusiasmo por nuestro gran amigo, el perro, a los que
aprendimos a admirarlos en sus cualidades insuperables de lealtad, abnegación
y valor desde los días de la niñez.
Es, pues, con gran satisfacción, que podemos decir sin ambages,
que el resultado propuesto se ha obtenido satisfactoriamente, pues no
hay dudas ya que una nueva raza, completamente distinta de las conocidas
hasta la fecha, se ha fijado definitivamente.
Estudiando
los orígenes de algunas razas europeas o norteamericanas, nos encontramos
que algunas de ellas se han formado en quince o veinte años de
cruzamientos de razas definidas, pero como casi siempre un fin comercial
inspiró a sus criadores, se preocuparon más del aspecto
físico o somático que de sus cualidades morales, de ahí
esos ejemplares sin coraje, fácilmente excitables o víctimas
de verdaderas neurosis, que suelen aparecer entre algunas razas que en
general son de utilidad, pero sumamente peligrosos por esas fallas que
solemos achacar a mala educación, pero que son el resultado de
leyes atávicas que se cumplen inexorablemente porque la naturaleza
no se deja burlar.
De la conjunción de una selección cuidadosa de "geno-tipo"
y "para-tipo", hemos podido llegar a un "bio-tipo"
que se caracteriza por sus cualidades morales sobresalientes. Mis perros
están ya en el norte tropical (Formosa y Chaco) como en el lejano
sur, en los territorios de Chubut, Neuquen, Río Negro y La Pampa,
y en todas partes donde fueron sometidos a duras pruebas, han respondido
satisfactoriamente a nuestros esfuerzos y a la honestidad con que hemos
formado esta nueva raza, cuyas cualidades, origen y standard hacemos llegar
hoy a los aficionados del país, a gentil requerimiento de las autoridades
del Centro de Cazadores de Buenos Aires por intermedio de la prestigiosa
revista "DIANA", a quien agradecemos esta deferencia.
Dr. Antonio Nores Martínez