Entramos
al campo con Marcelo y Carlos acompañados con seis perros, cinco dogos
y un chulo de mi propiedad. Sus nombres son: Malón, Indio, Polaco, Peque,
Chavela,
y Poncho un chulo totalmente blanco.
Poncho era debutante, y yo
tenía mucha fé depositada en él.
Comenzamos a caminar alrededor de las 9 a.m, teníamos
que hacer un recorrido de cinco kilómetros en donde buscaríamos
los jabalíes. Ibamos muy tranquilos caminando por un terraplén cuando
veo que Polaco y Malón entran en un pajonal pero el resto de los perros
no los siguieron. Enseguida Malón salió del pajonal y dijimos "falsa
alarma", pero Polaco no volvía, nos detuvimos a escuchar cuando escuchamos
lo que creíamos una chancha a los berridos, ¡vamos Polaco
carajo!.
Todos los perros salieron a mil y detrás de ellos nosotros también.
Cuando llegamos estaban todos los perros prendidos y Poncho también, mordiendo
el hocico del pequeño animal. Luego de matarlo y despanzarlo seguimos caminando.
Caminamos durante una hora más sin ver nada cuando vemos una pequeña
piara a unos cuatrocientos metros y tratamos de interceptarlos pero los chanchos
nos olfatearon primero. Desalentados por eso decidimos seguir caminando, sin que
le diéramos demasiada importancia comenzaron a adelantarse Indio y Polaco,
pero no parecía haber nada. ¡De pronto vemos a un padrillo enorme
pararse casi en dos patas, Polaco y el Indio rebotaron volando por el aire!, ¡corrimos
a toda velocidad y llegamos enseguida!. Indio y Polaco volvieron a arremeter contra
la fiera mientras llegaban el resto de los perros.
¡Estaban todos
los perros prendidos de la cabeza del padrillo!, ¡entramos a la pelea inmediatamente
y mientras Marcelo le corta los garrones yo hundo mi daga del lado derecho con
dificultad y luego Marcelo hace lo mismo del otro lado. ¡fueron puñaladas
certeras pero el chancho no paraba de pelear!. ¡Intenté clavar mi
daga de arriba pero me fue imposible dado que la pelea era demasiado movediza!.
¡Luego de unos segundos casi interminables la enorme bestia cayó
abatida!.
Revisamos los perros y estaban todos ilesos. Así que
destripamos el chancho y salimos en la búsqueda de la piara que habíamos
visto anteriormente.
Fuimos buscando el viento de frente para beneficiar
el venteo de los dogos, íbamos
cruzando un enorme limpión cuando
vemos otro enorme padrillo corriendo tratando escapar de los eficientes y bravos
dogos. ¡los perros lo vieron y comenzó la persecusión!, ¡la
bestia corría con sus cerdas erizadas demostrando su enorme poderío!.
Polaco va a la punta pero enseguida Indio lo supera y el resto de los perros detrás
de ellos también trás la bestia, Poncho estaba como medio desorientado.
¡Indio lo frena después de rebotar, la dura batalla comenzó!,
¡llega Polaco, también rebotó soltando un quejido pequeño!,
luego llega el resto de la jauría, ¡la bestia ya fue dominada, pero
el peligro no concluye aún!. Tuvimos que correr unos doscientos metros
en medio del fango, el aire en mis pulmones se hacia escaso, hago un último
esfuerzo y llego al lugar de la dura batalla, escucho que Marcelo grita "¡cortale
los garrones!". Llego al lugar y veo que uno de los perros sangraba, pero
ninguno de ellos aflojaba, y el padrillo tampoco aflojaba la pelea tirando colmillazos
a diestra y siniestra.
¡Le doy de revés un hachazo en un garrón
sin efectividad dado que fue a la carrera, luego me acomodo mejor y logro cortar
los dos garrones quedando el enorme padrillo sentado pero sin parar de pelear!.
¡Inmediatamente clavo mi daga del lado izquierdo!.
Para entonces llegó
Marcelo clavando su enorme cuchillo del lado derecho ¡tremendo como estalló
ese animal!, ¡bañó un par de perros con sangre!, ¡ y
al fin el padrillo cayó!.
Sacamos algunas fotos y comenzamos a revisar
los perros. Polaco estaba temblando y
se le aflojaban las patas, fue el primero
que atendimos. ¡Pobre Polaco tenia un corte en el pecho y sangraba bastante,
luego me doy cuenta que de su panza colgaba algo, ¡por Dios, era un pedazo
de intestino!. Inmediatamente comenzó Marcelo a coserlo mientras yo detenía
la hemorragia del pecho. La asistencia veterinaria fue todo un éxito, eso
si Polaco no podía caminar ni medio metro. También Peque estaba
herida, tenía dos terribles colmillazos en la cabeza pero no corría
peligro de muerte.
Sacamos toda la carne que pudimos de los dos padrillos
abatidos y emprendimos el regreso al campamento con mucha carga Carlitos y yo,
y Marcelo salió con el valiente Polaco sobre su espalda. Llegamos al campamento
muy cansados pero tranquilos y contentos,... dos enormes y bravos padrillos fueron
vencidos una ves más por nuestros hermosos y queridos "gladiadores
criollos".
Javier Tejerina
-Cazador-
28/7/2002 - Argentina
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