Razas que intervinieron en su formación
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CACERIA
PARA VALIENTES
Por el Dr. Roberto J. Bascoy - EL AUTOR SE HA ESPECIALIZADO CASI EXCLUSIVAMENTE EN LA CAZA DEL JABALÍ A CUCHILLO Y CON DOGOS, PRACTICA QUE REALIZA INVARIABLEMENTE TODOS LOS AÑOS DESDE QUE SE INICIARA EN LA MISMA, CON AGUSTIN NORES MARTINEZ EN ESQUEL (CHUBUT). POSTERIORMENTE PERFECCIONÓ SU TÉCNICA DE CAZA POR MEDIACIÓN DE JESÚS LÓPEZ DE AVECHUCHO EN SANTA ROSA (LA PAMPA). CONSIDERA, DESDE EL PUNTO DE VISTA DE TAN VIRIL DEPORTE, QUE ES LA MODALIDAD DE CAZA QUE DA MAYORES SATISFACCIONES Y EMOCIÓN AL CAZADOR.-
La caza del jabalí mediante el concurso de dogos argentinos, del rastreador y del cazador que remata la tarea con un cuchillo, compone una verdadera dramaturgia deportiva, y el desarrollo de este trámite exige a todas las partes intervinientes un sacrificio y una precisión excepcionales. Pero si tuviera que significar el valor de cada uno de los papeles en escalas porcentuales, diría que el dogo es decisivamente el que realiza la mayor parte de la tarea en una proporción no menor al 60%. El 30%, la segunda mayoría de la tarea en orden de importancia corresponde al rastreador. El remate, el ritual deportivo a cargo del cazador, aunque difícil, suma a mi entender el menor porcentaje de la exigencia en esta especialidad de la caza mayor. De tales proporciones puede deducirse que no habría caza sin esa totalidad, pero también que el mayor mérito de la ejecución deportiva corresponde claramente al valeroso dogo argentino antes que a los otros protagonistas del evento.COMO ES EL DOGO. - Según mi perspectiva, el dogo es un animal irremplazable para la caza del jabalí. Es el único que puede parar a un animal que pesa hasta tres veces más que su propio peso, aguantando un colmillazo o asimilando un golpe o topetazo, sin largar la presa. Estimo que tiene una inteligencia excepcional, pues lo he visto actuar con ductilidad en distintas circunstancias y terrenos frente a jabalíes de variados portes y características. Es un perro que sabe improvisar una solución en plena lucha, ya que no puede implicarse que del adiestramiento sale totalmente automatizado y con todas las respuestas necesarias para resolver los planteos de la tarea. Otra de las características que tiene el dogo es que, aun cuando está sobre el rastro fresco de la presa y ya próximo al encuentro, no produce ruidos, cosa característica en otros animales, que para darse valor o por el entusiasmo de la carrera, lanzan ladridos. El dogo ladra únicamente cuando acorraló al jabalí y antes de cerrar sus fauces sobre el hocico o quijada del animal, para inmovilizarlo. La manera de atacar del perro es particular y yo diría que sin ese temperamento y esa inteligencia innata que lo distingue, no podría ser igualmente eficaz sólo con sus facultades físicas.Tratando de brindar una sugerencia a quienes estuvieran interesados en la adquisición de un buen ejemplar de dogo (con todas las cualidades físicas y temperamentales de la raza), yo diría que no hay que poner en la balanza la consideración del costo. Hay que tener en cuenta que muchos prefieren, para multiplicar sus beneficios, obtener el mayor número de ejemplares posible de crías y no dudan en realizar cruzas dudosas o de escasa calidad para lograrlo. El que conoce de dogos y necesita uno sabe que debe buscarlo entre los buenos cazadores.EL ADIESTRAMIENTO.- Con respecto a este punto, es esencial distinguir al ejemplar que va a ser exhibido en exposiciones del que será empleado en cacerías. Un dogo criado para aquella primera perspectiva, al cabo del desarrollo físico habrá olvidado casi todo lo que puede ser potencialmente en los terrenos de caza. Para la cacería hay que iniciar el adiestramiento desde que el animal es cachorro. Creo que es fundamental que los padres hayan sido también cazadores, porque esa condición parece transferirse al descendiente por lo menos desde el punto de vista del temperamento. En cuanto a la crianza, ésta no es distinta a la de cualquier otro animal, pero si ha de ser destinado a la caza, el mejor punto de vista es observar que el animal sea fuerte de entrada. Se busca que tenga pecho sólido, cabeza grande y buena conformación ósea y mandibular. Lo que necesita el animal es que sea sacado permanentemente al campo, y tener expansión en el tipo de terreno donde se supone que va a realizar la caza, ya que debe habituarse a las distintas topografías donde vive el jabalí. Un perro que está habituado al trabajo en terrenos como los pampeanos no puede desempeñarse en la caza desde el primer día en terrenos pantanosos o de montaña. Es necesaria la aclimatación como parte del adiestramiento, pues de lo contrario el animal estará en inferioridad de condiciones frente al jabalí, que siempre actúa en su propio ámbito. Además, el dogo debe habituarse a los otros animales del lugar, que en algunos casos nunca ha visto y que no debe confundir. El dogo no es un animal muy veloz, es, obviamente un perro más bien pesado y no tiene la agilidad de un galgo o de cualquier otro perro que pese entre 7 y 10 kgs. menos. Otras de las consideraciones relativas al andar durante la cacería es que los dogos no se distraigan ni se cansen en caso de que la salida dure más de lo pensado. El cazador debe hacer altos cada 200 mts. para que los perros se reúnan con él, manteniéndolos siempre juntos en esta especia de tregua, y a la vez, verificando el grado de cansancio que tienen. En lo que hace al adiestramiento de lucha creo que se hace muy mal en hacer confrontar al dogo con otros animales que no sean los habituales en la caza del jabalí o del puma. Hay quienes los hacen enfrentar con sus mismos congéneres o contra otros animales, en la suposición de que el topamiento mantendrá al dogo en buen estado físico, pero esto es un error desde el punto de vista de la caza en jauría, ya que enfrentar un jabalí es una experiencia incomparablemente distinta.EN EL AMBITO DE LA CAZA.- Distingo tres ámbitos bien definidos donde se localiza el jabalí. El primero es el de montaña, con montes altos. El segundo es el de las regiones donde predomina el pantano y el último es el monte pampeano, donde hay abundancia de matas espinosas (zona sur de San Luis, Córdoba y Río Negro, por ejemplo). Pues bien, no es posible pensar en que un perro pueda adaptarse indistinta y espontáneamente a tan variadas topografías. Para el primer caso se necesita un perro fuerte pero liviano ya que debe estar en condiciones de correr y trepar en terrenos montañosos. Su peso no debe ser inferior a los 30 kilos ni superior a los 40. En ese caso de cacería en terrenos pantanosos ya es necesario en perro más pesado que en el caso anterior, pues el jabalí camina menos y no hace falta un largo rastreo para localizarlo. El peso de este dogo puede andar en los 45 kilos. Finalmente, el dogo adecuado para los montes pampeanos es uno intermedio entre los consignados anteriormente, sólo que debe habituarse bien al animal a caminar en las agresivas plantas de este tipo de terreno. El peso más adecuado tiene, de todas maneras su tope máximo en los 38 kilos. Para complementar lo expresado, quiero agregar que en la cordillera el cazador debe basarse pura y exclusivamente en el desplazamiento del perro, ya que en ciertos lugares y bajo ciertas condiciones, el hombre no puede acceder. El perro, en cambio, va directamente adonde quiere ir, asciende o desciende y hace su trabajo sin dificultad. En el pantano, la movilidad de la presa y de quienes la siguen es mucho más limitada, de modo que se necesita un perro más fuerte, acostumbrado al río y a las mojaduras (en esta situación el animal trabaja permanentemente mojado), y también que eventualmente pueda trabajar solo, sin ayuda de la jauría. Se trata de un dogo de tenida fuerte, que pueda bloquear y dominar al jabalí hasta que lleguen los demás para ayudarlo. Hay que tener en cuenta que en este terreno la presa también ve reducida sus posibilidades de escape en cuanto a velocidad. En el monte pampeano es distinto, sobre todo teniendo en cuenta la agilidad que tiene el jabalí. El chancho salvaje de montaña es mucho más liviano que el de pantano, de menor movimiento, y similar al de llanura, ya que este último también se desplaza continuamente y de hecho acumula menos grasa en su cuerpo. Pero, como he querido significar antes, no sólo se trata de ir hacia la presa con dogos que tengan los pesos adecuados para confrontarse en el terreno, sino que también se trata de habituar al animal a las condiciones específicas del terreno.LA JAURÍA DE DOGOS.- Creo que una jauría ideal está compuesta por cuatro dogos. He cazado hasta con seis animales, pero he visto que siempre es mejor con cuatro. A veces, por falta de dogos he tenido que incorporar otros perros, pero nunca he llevado menos de dos de estos magníficos e invalorables combatientes. El dogo puede acostumbrarse a la salida en jauría sin problemas (aun cuando pueda entablar combate individualmente, desprendiéndose del cuerpo de la misma). El problema puede presentarse en el momento en que, al ascender a la caja de un vehículo, trata de acomodarse entre los otros animales. Si hay poco espacio puede molestarse de sus propios congéneres, pero fuera de esta circunstancia salvable no hay otras dificultades de convivencia. Con respecto a solucionar los problemas de espacio en el traslado, todo lo que hay que hacer es atar a cada perro con cadena o correa muy cortos a efectos de impedir excesivo desplazamiento de los cuerpos, limitando el área de cada animal en la caja del vehículo. Una vez que el dogo desciende de la camioneta y comienza la cacería se olvida de las alternativas del viaje y comienza su trabajo. Hay que tener en cuenta que si se incorpora un animal extraño a la jauría, mientras éste último no esté habituado a la misma, puede haber problemas de adaptabilidad, y esto es de consideración, ya que cualquier motivo puede irritar a un animal contra otro.Volviendo al concepto de la jauría ideal, al creer que ésta debe estar integrada por cuatro dogos a lo sumo, esto es porque un quinto animal no tiene de dónde tomar a la presa con comodidad. Luego, el hecho de molestarse unos a otros en la lucha, hace que todos corran peligro, ya que el jabalí puede sorprender y lastimar en cualquier momento ante la menor falla. No deja de ser positivo que el cazador deje que los perros actúen prolongando su tarea, aunque ya hubieran sujetado firmemente a la presa, esto es para que se afiaten aún más en el combate. En cuanto al adiestramiento de los dogos para la lucha, lo que se hace principalmente es evitar que el animal se exponga innecesariamente a la muerte, ya que todo lo demás, la bravura, la combatividad y la capacidad no pueden enseñarse, sino que son caracteres innatos, del temperamento del perro. Por ejemplo, se procura que el dogo aprenda a acercarse de costado al jabalí, pero que muerda desde atrás de éste. La técnica se logra empleando jabalíes en cautiverio y desde temprana edad. Al mismo tiempo el perro debe establecer lo más prematuramente posible la diferencia existente entre un jabalí y cualquier animal doméstico, o aun otros que no debe atacar. Su punto de vista debe ser sólo el jabalí. Recuerdo que en una cacería uno de los dogos había localizado al jabalí y estaba ya prendido, cuando observé que otro animal acompañante, no obstante sus diarias salidas al campo, olvidándose de la presa, se había distraído con un peludo a escasos metros del encuentro y en lo más crítico del combate. En cuanto a esto, el lector puede darse una idea de la obstinada obsesión del dogo, que aun sin acompañante, hacía todo lo posible por bastarse sin más ayuda. Para quitar al perro de encima del jabalí hace falta un collar de fuerza o una especie de torniquete sobre el cuello de donde tirar. Sólo cuando el dogo se siente sin respiración larga a la presa, ya que en el fragor de la lucha no obedece la voz de mando. Inclusive, aunque se apele a toda clase de esfuerzos y violencia, el perro no afloja en su tarea. Como condición general del adiestramiento y adaptabilidad del dogo a la jauría, la incorporación de un nuevo animal al cuerpo de dogos ya existente requiere que tanto el nuevo como los viejos animales se vean permanentemente desde jaulas o caniles. Se los saca a caminar, se los hace comer juntos y finalmente se los hace viajar en bloque en una camioneta. Es posible que determinado perro tenga problemas de adaptación en algún caso, pero casi siempre será porque otro animal, generalmente el que comanda el lote, no lo admite en su ámbito.COMO ATACA EL BRAVO.- La manera de atacar del dogo es directamente a la cabeza del jabalí para tratar de inmovilizarlo de manera que pueda seguir avanzando mientras llegan sus compañeros, que se van prendiendo al resto de la cabeza del chancho. Así el animal queda estaqueado. Una de las cualidades del dogo -antes apuntada- es que ataca de frente para cortar el paso del jabalí, mientras que otros perros de razas indefinidas tienden al ladrido y a la persecución, tratando de morder y soltar mientras el jabalí sigue la carrera. En su lugar, el dogo lo acorrala y le tira la mordida para parar la huida. Siempre trata de morder el hocico del jabalí y al conseguirlo, no abre más la boca, se cierra como una trampa sobre el hocico, o de lo contrario, tomando la oreja o la quijada del chancho, y lo mismo hacen los compañeros al llegar. Algunas personas creen que el dogo ataca a las patas y otras partes para cumplir su tarea, pero el dogo bien entrenado siempre va a la cabeza en la faena. Esta es la razón por la que se necesitan perros fuertes y pesados, ya que no puede darse oportunidad al jabalí teniendo en cuenta que un perro pesa, como máximo 45 kgs., mientras que un chancho salvaje puede andar en los 180 kgs.. Una vez tomada la presa, no la suelta mientras advierta en ésta un resto de vida. Además, sabe que está frente a un enemigo potencialmente más fuerte que él, de manera que su instinto hace que no afloje hasta que el animal atrapado esté totalmente fuera de combate. Un detalle interesante es que si el adiestrador desea corregir la mordida, puede hacerlo sin inconvenientes, porque en cuanto el dogo siente la mano del hombre afloja las mandíbulas y ataca adonde se le indica, cosa que no ocurre con otros perros. Yo he visto gente mordida por perros enceguecidos que no admiten que se los separe del combate. Precisamente por esta causa es importante que al adiestrar a un dogo no se lo haga confrontar con otros animales: el dogo es fundamentalmente un animal cazador y no un gladiador puesto al servicio de un espectáculo incompatible con su verdadera misión.EL TEMIBLE JABALÍ.- Ahora vamos a hacer algunas apreciaciones sobre el contrincante del dogo: el jabalí. Se habla sobre distintas variedades del chancho salvaje en nuestro país, cuando a mi entender no las hay. Para mi solo hay una clase de jabalí en Argentina y es el europeo. Hay, claro, cruzamientos y en algunos casos, cruzas de características muy acentuadas e identificables por su aspecto. El cazador puede apreciar animales por el largo del hocico o por el grueso del colmillo, por la forma de la cabeza o por el peso. Un jabalí puro sin cruza, puede llegar a los 180kgs. Excepcionalmente, pero a partir de ese peso en adelante, con todo rigor, seguramente se trata de una cruza. En cuanto a la alzada, esto es relativo y no determinante, al igual que si se quiere establecer relación de tamaño entre alzada y colmillos. El cazador puede encontrar padrillos grandes, piezas de buen trofeo, pero con colmillos chicos, y por lo contrario, abatir un jabalí chico, esmirriado, pero con buenos colmillos. Creo que estos últimos factores están relacionados con la buena o mala alimentación del animal en su medio.Una de las características más notables del jabalí y que juega a su favor es que para dormir o echarse, forma una especie de olla a su alrededor y duerme con el hocico levantado y en dirección del viento, lo que lo hace percibir olftativamente la presencia de cualquier animal o persona en las proximidades. Al chancho salvaje no le preocupa tanto verse rodeado por perros como advertir la presencia de un hombre cerca de él, de modo que, ante la confrontación irremediable entre perros y hombre elige arremeter contra éste último por intuir que es su más peligroso enemigo. De todas maneras, siempre tratará de huir antes de presentar pelea. Yo no he visto, como he escuchado decir, jabalíes aguardando al lado de algún árbol al cazador encaramado al mismo, o que presente peleas cuando sólo está acosado y sin salida. En el caso de encierro, la presa procura defenderse, como es obvio, pero arremete para abrirse paso. Cualquier cosa que haga de todas maneras será peligroso en estas circunstancias, lo que indica que el cazador no debe, al igual que los perros, darle oportunidad. En todos sus movimientos, el jabalí siempre está dispuesto a sacar ventajas, ya sea en la disparada o en la pelea, en la mordida o en la colmillada. Un chancho que tuviera el monte compacto y tupido a sus espaldas, posee una ventaja enorme, porque la pared vegetal le sirve para impedir un ataque desde atrás mientras atiende a sus enemigos de frente. Y mientras haya vida, mientras tenga aliento, peleará hasta el último minuto.UN PLAN DE CAZA.- En una salida de caza no hay esquemas fijos a los que sujetarse, dadas las variadas alternativas que pueden presentarse. Las pautas y el plan a seguir por lo cazadores tras el jabalí, están determinados por la experiencia previa. Por lo general acostumbro a salir sin la jauría el primer día. Sabiendo del paso de algún animal que puede ser trofeo comenzamos a rastrear la zona. Es seguro que alguien ha visto al jabalí, siempre hay referencias de algún lugareño o de un rastreador regional. Salimos entonces dispuestos a localizar el área de terreno donde presumiblemente el jabalí ha instalado su último dormidero, con uso de caballos para cubrir, eventualmente, largas distancias. Lo más razonable es ubicar alguna aguada característica donde probablemente el chancho ha estado. Este tipo de labor se denomina "cortar el rastro" y consiste en revisar el terreno a partir de la salida del rastro desde el lugar donde el animal pernoctó o donde fue a beber. Los cazadores y el rastreador rodean el cuadro imaginario de terreno hasta encontrar nuevamente el rastro del animal en cualquiera de las direcciones de pasada, de manera que nuevamente se circunda el nuevo cuadro para verificar nuevamente dónde está la siguiente huella de salida. Al revisar la siguiente área, si no hay vestigios de salida, significará que el jabalí permanece dentro de esa zona. Está ubicado. La tarea es agotadora, pero es mejor esto que seguir al chancho dentro del monte.Cuando el rastreador localiza rastros de la posible presa, no puede establecer en qué exacto momento pasó por el lugar. Pudo haber sido a las ocho de la noche o a las dos de la madrugada. Como sea, un jabalí pudo haber caminado toda la noche sin detenerse, lo que significa que entre la visualización y la localización puede haber muchos kilómetros de distancia. Esa es suficiente razón como para no llevar los perros en esta etapa, para evitar cansancios y ruidos. A propósito de rastros, la salida para ubicarlos siempre se hace a la mañana, muy temprano, porque cuando la hacienda se mueve comienza a borrarlos al superponer los propios, y más si los animales van a la aguada donde se supone que anduvo el jabalí anteriormente. Lo que interesa no es localizar el rastro directamente en el área de la aguada, sino a 100 o 200 metros de distancia de ésta. A esa altura se traza, caminando, un círculo y es seguro que el cazador localizará rastros en su dirección de salida.Una vez determinado el lugar donde presumiblemente se halla la presa, el cazador puede retornar sin más trámite al punto de partida, donde almuerza y se toma su tiempo. Posteriormente saldrá, pero ahora acompañado por los perros. ¿Por qué se puede hacer todo esto? Porque, de acuerdo con la experiencia, se ha observado que aunque el jabalí se haya movido después de la localización, nunca irá más allá de los 1.500 metros a esa hora del día, de modo que tal distancia está dentro del alcance olfativo del dogo. Comenzada esta etapa de la cacería, son el perro y el cazador quienes rastrean hasta que el primero, acuciado por el olfato que le indica la presencia del jabalí, se lanza en dirección de éste, seguido por el rastro de los animales de la jauría.En el caso en que el cazador llegue cerca del chancho y éste trate de huir, el animal, en su carrera dentro del monte, rompe todas las ramas bajas a su paso, y esto significa también el final de su carrera, porque el oído del dogo es muy fino y percibe los ruidos más sutiles, aún los no captados por el oído humano. En este instante crítico es importante tratar de que la jauría no se desperdigue, pues puede darse el caso de que no se trate de un solo jabalí sino de una piara. Allí puede ocurrir un verdadero desastre: mientras el dogo puntero toma y neutraliza a la presa, aguardando la ayuda de sus compañeros, éstos se desperdigan tras otros jabalíes. El resultado puede ser el de computar al final uno o más dogos muertos, por falta de ayuda ante un desproporcionado combate, jamás rehuido por estos perros.LA CUCHILLADA: ULTIMO ACTO.- La forma ideal de aplicar la puñalada por parte del cazador es que éste avance desde atrás, porque en la lucha, obviamente, al chancho sólo le interesan los perros, pero en cuanto ve a un hombre multiplica sus esfuerzos y trata de arremeter contra éste. Yo creo que el jabalí sabe cuál es el más peligroso enemigo que tiene en estas circunstancias, y por esto mismo, el acto de asestar la cuchillada debe hacerse en segundos, directamente en la paleta. Para esta tarea el cuchillo debe tener una hoja de por lo menos 30 centímetros de longitud. Tiene que ser un arma lo mejor balanceada posible, a efectos de que, aunque choque contra un hueso, no haya dificultad para deslizarse en el resquicio carnoso existente entre las costillas de la presa. El arma ideal es la bayoneta o cuchillo delgado de buen acero, teniendo en cuenta que debe estar bien afilada del lado del filo común y con muy buena punta. El lado del lomo del arma, hacia el extremo de la punta, también debe estar óptimamente afilado. Mucha gente usa cuchillos sin cruz, y esto es sumamente peligroso, porque en el momento de asestarse la cuchillada, si el arma choca contra un hueso, la mano puede seguir de largo hasta el mismo filo.Una vez que se dió la cuchillada el animal afloja inmediatamente.LOS HOMBRES QUE CAZAN.- En este tipo de cacería los cazadores pueden ser, indistintamente, uno o varios. Los rastreadores pueden ser a lo sumo dos. El hombre no corre nunca a la presa. Camina hacia ella mientras aguarda el ladrido que anticipa la tomada del dogo. En ese momento es cuando echa a correr hacia el teatro de la lucha y debe tratar de llegar cuanto antes, porque de lo contrario, si se tarda demasiado, los perros pueden fatigarse, lo que le daría una gran oportunidad al jabalí para rehacerse y terminar con uno o más perros. Pero estos casos son excepcionales y se producen sólo cuando el cazador no tiene suficiente experiencia, o cuando no está acostumbrado a caminar o a correr sobre terrenos accidentados.Creo que esta cacería es lo mejor que, en el viril deporte de la caza, puede practicarse. Exige sacrificios, agudeza de sentidos, precisión física, y da al hombre la dimensión de lo que es la verdadera cacería. Pero hay algo más imponderable aún, y es el significado dado por Ortega y Gasset al referirse al "baño de humanidad" que el hombre se da a si mismo al entrar en contacto con la vida y con la muerte, con la supervivencia y con el paisaje donde, con los dogos y un cuchillo en la mano, va a confrontarse no sólo ante un temible jabalí, sino ante sí mismo.--
por el Dr. Roberto J. Bascoy